sábado, noviembre 29, 2008

Día 484, sábado

El trabajo en la sección web el diario, además del culo plano, le dejaba a Takeshi Kusunoki la amarga sensación de que durante todo ese tiempo no había ejercido realmente su profesión. ¿Dónde estaba la emoción, la aventura, el poder con el que tanto había soñado? ¿A qué Richard Nixon iba a deponer si su trabajo consistía en estar sentado en una silla, volteando las noticias que soltaba Efe o cualquier otra agencia? Takeshi Kusunoki era entonces un obrero de la información, un lacayo. Encajaba perfecto en el engranaje del sistema: era disciplinado y amaba el periodismo. Por eso no entendía el sentido de estar ahí, aquel trabajo lo podía hacer cualquiera. El día en que salió elegido Barack Obama, se quedó conversando largo rato con el editor de internacionales, un tipo alto y de lentes, mientras esperaban a que el primer presidente negro de los Estados Unidos diera su discurso de victoria. Obama ha muerto, ¿lo sabías?, bromeaba el editor. Lo han asesinado y puesto a un doble en su lugar. Takeshi le preguntó cómo se sentía respecto a su trabajo volteando notas de las agencias de noticias. Tiene su encanto, argumentó el editor. Sé que no me entiendes ahora, pero a veces uno debe aceptar las cosas como son. Todos aquí tienen las mismas quejas con respecto a lo mismo. Los redactores de política y economía se matan escribiendo, todo para que al final de la mañana la misma noticia salga colgada en un cable de la agencia Andina. Es estúpido, pero así funcionan las cosas. Yo no me molesto, al fin y al cabo el trabajo en la sección es así y a mí me gusta. Luego puedo escribir algún artículo interpretativo sobre las consecuencias de la crisis financiera en el sistema económico estadounidense. Lo que realmente me molesta es que nuestro trabajo cada vez resulta menos importante. La gente común usa los periódicos para ver las fotos, leer algo de los titulares y después para envolver pescado. Lo peor de todo es que ellos son los que después quieren sentirse informados. Para ellos, informarse es lo mismo que ver las portadas de los diarios en el quiosco y ya. En la mañana revolotean alrededor de ellos como moscas sobre caca de perro. Ver el noticiero es igual de inútil. Nadie puede informarse en media hora. El editor de internacionales enfatizó la siguiente frase, mientras Obama aparecía por la pantalla del televisor siendo vitoreado por una multitud en el Grant Park de Chicago: La pregunta de cajón aquí es ¿quién quiere realmente estar bien informado? Nadie, y es que a nadie le interesa. Luego levantó la cabeza hacia las imágenes de CNN. El presidente electo de los Estados Unidos era una especie de estrella de rock. Obama ha muerto, ¿lo sabías? Los republicanos han puesto a un doble en su lugar, repetía el editor de internacionales. Y se reía.